Cuando le dijeron a Gabo que le dio la pálida, empezó a jugar tenis. Me lo encontré en el deportivo, muy atento, aprendiendo. Lo dejé unos días, para que se encanchara. Después lo reté. Es muy habilidoso y mañoso. Sabe bien que el toque lo es todo. Aunque le faltan piernas, mete unos madrazos tremen
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