Wimbledon,
donde renace la leyenda
Los grandes de Wimbledon son uno: LA PERFECCIÓN SUIZA
Por Héctor León
El Duque de Kent entregó la copa de
Wimbledon 2012 a la perfección suiza, su majestad Roger Federer, que compartió
en llanto de felicidad las lágrimas incontenibles de Andy Murray, el escocés
que no pudo lograr que la copa quedara en la catedral de Wimbledon, donde caen
los campeones, y las leyendas nacen y renacen.
Después de una breve interrupción por
lluvia, la séptima corona de Wimbledon fue rescatada por Roger Federer y así se
encumbra como el nuevo número Uno de la ATP.
Con parciales de 4-6,
7-5, 6-3 y 6-4, en tres horas y 24 minutos, Roger pasó sobre la imprecisión y
nerviosismo de Murray. Así la perfección suiza rubrica el record de 286 semanas como número uno del
mundo, compartiendo con Pete Sampras, pero que seguro ampliará en los próximos
torneos.
El verdadero partido de Wimbledon fue la
victoria de Federer ante Djokovic en semifinales; aun la historia que le
preveía la conformación como el número Uno, la final ante Murray, sencillamente
fue más de trámite ante el errático escocés que no pudo con la presión de una
pesada historia de 74 años desde que obtuvieron los británicos --
en 1936, el inglés Fred Perry ganó Wimbledon--, una corona en la catedral
del deporte de la precisión.
El mejor jugador de todos los tiempos, el
más fino raquetista que juega a la manera de los antiguos, a una sola mano, sin
reveses a dos manos, desde lo profundo de la cancha y atacando con ese toque
genial que hace la diferencia con los demás.
Asistimos a la cita con la historia del
deporte que no perdona errores, que se mide por la cualidad del preciso golpe
inteligente midiendo esos cinco centímetros donde transita la pelota apenas
arriba de la red; Federer, con su dolor de espalda, sus 30 años, sigue dando lecciones
de la fiereza que debe poseer un caballero de la corona de esa dinastía de los
Sampras y O Connors: su humilde majestad Roger Federer.
God Save the King.
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