8 de julio de 2012

Los grandes de Wimbledon son uno: LA PERFECCIÓN SUIZA





Wimbledon, donde renace la leyenda

Los grandes de Wimbledon son uno: LA PERFECCIÓN SUIZA

Por Héctor León

El Duque de Kent entregó la copa de Wimbledon 2012 a la perfección suiza, su majestad Roger Federer, que compartió en llanto de felicidad las lágrimas incontenibles de Andy Murray, el escocés que no pudo lograr que la copa quedara en la catedral de Wimbledon, donde caen los campeones, y las leyendas nacen y renacen.

Después de una breve interrupción por lluvia, la séptima corona de Wimbledon fue rescatada por Roger Federer y así se encumbra como el nuevo número Uno de la ATP.

Con parciales de 4-6, 7-5, 6-3 y 6-4, en tres horas y 24 minutos, Roger pasó sobre la imprecisión y nerviosismo de Murray. Así la perfección suiza rubrica  el record de 286 semanas como número uno del mundo, compartiendo con Pete Sampras, pero que seguro ampliará en los próximos torneos.

El verdadero partido de Wimbledon fue la victoria de Federer ante Djokovic en semifinales; aun la historia que le preveía la conformación como el número Uno, la final ante Murray, sencillamente fue más de trámite ante el errático escocés que no pudo con la presión de una pesada historia de 74 años desde que obtuvieron los británicos -- en 1936, el inglés Fred Perry ganó Wimbledon--, una corona en la catedral del deporte de la precisión.

El mejor jugador de todos los tiempos, el más fino raquetista que juega a la manera de los antiguos, a una sola mano, sin reveses a dos manos, desde lo profundo de la cancha y atacando con ese toque genial que hace la diferencia con los demás.

Asistimos a la cita con la historia del deporte que no perdona errores, que se mide por la cualidad del preciso golpe inteligente midiendo esos cinco centímetros donde transita la pelota apenas arriba de la red; Federer, con su dolor de espalda, sus 30 años, sigue dando lecciones de la fiereza que debe poseer un caballero de la corona de esa dinastía de los Sampras y O Connors: su humilde majestad Roger Federer.

God Save the King.

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