Paco de Lucía & septeto
Callejón del muro, la luz de la Andalucía caribeña desbordó al Auditorio Nacional
Por Héctor León
El encuentro de dos mundos: 12 de octubre de 2013
Para Ruth. la chica gitana
Aunque vive en el Caribe mexicano Paco de Lucía, Francisco Sánchez Gómez, el mejor tocaor que ha dado la Andalucía que en el duende y el toque, el arte del flamenco vivió momentos deslumbrantes de aromas impregnados del reto del quejío con el cante profundo, atesorado por un público conocedor y amante en el auditorio Nacional, la misma casa que allá en los ochenta, vio con asombro al trío de los mejores guitarristas de aquél mundo: Al Di Meola y John McLaughin: Paco de Lucía.
Solo, con su chaleco negro con camisa blanca a manga larga, Paco de Lucía asomó al escenario con Callejón del muro y Antonia, caminando por los arabescos de la Alhambra: picoteando el encordado de seis mil historias que va relatando, porque el flamenco tiene un palo para cada historia, cada sentimiento, cada instante, en palos que transitan por la historia de gitanos, y por el pelo de la morena y el palmeo y el taconeo fresco, duro, potente: el ardiente paso que viene de lo profundo del alma. Le siguieron Río ancho, Antonia, Gitanos andaluces y Entre dos aguas.
Hace años no venía Paco de Lucía a la ciudad de México, se lo reprochó el público en un grito “no nos abandones”, aun que con esta gira el Septeto cambiante de Paco de Lucía recorre el mundo desde 2010, ahora dejando atrás los aires de fusión flamenco, para adentrases, superando lo anterior, al arte puro de lo andaluz con la fresca bisa caribeña. Paco de Lucía dejó atrás las fusiones temerarias con el jazz y el blues, para darnos lo mejor de ese arte en evolución, dejando lo ardiente del cante, el toque y el bailaor, con la fuerza de la improvisación de la catástrofe del Caribe. Solo encuentro y robustez del sonido.
Los cantaores David de Jacoba y Antonio Flores Cortés, recorrieron las batallas de fatigas demostrándose como los mejores de esta generación, mientras el bailaor, el Farrú, Antonio Fernández Montoya al tablao recordó las crónicas de amor y muerte simulando la plaza a la tarde y llevándonos por el tacón empalmado y el temblor eterno de una mariposa en vuelo: el bailaor emocionó al público hasta las lágrimas, por su potencia.
El septeto completo fue con la joven guitarra de Antonio Sánchez Palomo, innovando con el sonido sinfónico dado por la armónica y el teclado de Antonio Serrano Dalmas, el bajo del tremendo salsero cubano Alain Pérez y las percusiones de Israel Suárez Escobar, el Piraña, nuestro cajonero que lo mismo va con El Cigala que ahora con Paco: Un erudito de las tablas y la percusión.
La gira continua en Guadalajara, Mérida, Querétaro y Puebla.
Paco de Lucía y su Callejón del muro, la luz de la Andalucía caribeña desbordó al Auditorio.
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