5 de junio de 2011

NADAL SE LLEVA SEXTA CORONA, FEDERER, LA OVACIÓN PARISINA



Histórico Nadal: rey de la arcilla


Ganó Sexto Gran Slam en París








Por Héctor León






Hay hombres que luchan todos los días y esos son los imprescindibles, diría Bertolt Brecht, el hombre de la ópera de los Tres Centavos, y precisamente, tres sets de a tres centavos de euro, es lo que recetó Rafael Nadal, en una imagen familiar, a un Roger Federer, que tan campante, va dejando el trono lentamente a su eterno rival; no sin antes, haberle hecho el favor de eliminar a Djocovick, quien de haber llegado a la final de París, habría desplazado al Nadal de la cima de la ATP


Rafael Nadal llega así a coronarse como monarca de las canchas de arcilla, sobre la leyenda Bjön Born, quien tenía la primacía del ramo en el prestigiado Roland Garros. Consiguió su sexto título en el Philippe Chatrier de París (décimo Grand Slam), para empatar a Borg la fiera de la arcilla, el tigre de las rayas, el mal como máximo ganador, sobre el suizo Roger Federer con parciales de 7-5, 7-6 (3), 5-7 y 6-1.






Con 45 victorias y una sola derrota en el Abierto de París, el matador, querido por los parisinos (parecía que las notas del himno español caían como agua bendita al pecador público que nunca lo ha apoyado), levantó la corona por sexta ocasión, hablando en español, inglés y un poco de francés. "Gracias, el mejor tornero, de mi vida".


Nadal jugó con equilibrio, siguiendo el librito, consiguió ser una pared; Federer, con un abanico de golpes, quiso estar a la altura de la rapidez de Nadal, que jugó sobre las rayas sin miramientos: por momentos pareció, que Federer se derrotaba a él mismo, por momentos, parecía que Federer estaba en el ocaso de su carrera, por momentos, sólo por momentos, parecía que Federer, estaba de regreso. Pero sólo tuvo un set, el tercero, lo demás fue para el número uno: Nadal, arrollador.






El suizo peleó como un caballero, defendió como un guardia de la Corona, regateo los games, luchó sin despeinarse, como es su costumbre, y cayó como un cordero ante un tigre hambriento. Por momentos, aquello parecía un juego de exhibición, con golpes maestros, dejadas indómitas, profundidades inhóspitas: una novela de trucos y argucias, siempre a favor de Nadal.


Nadal se llevó su sexta corona, Federer, la ovación parisina.































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