US OPEN 2012
El Coliseo de Manhattan: Murray vs. Djokovic,
dos ganadores, un Coloso.
Por Héctor León
“La magia nunca se
destruye, lo más que podemos hacer es apartarnos de ella”
Henry Miller
PARA MI RUTH, LA GRAN GUERRERA DEL OLIMPO
7/6-7/5-2/6-3/6-6/2. Parciales que marcaron un nuevo hito en
la historia del deporte que cada día se parece más al ajedrez y emula al juego
de los nuevos dioses del Olimpo del siglo XXI. Sean Connery, entre el público, alerta
e impulsando a su compatriota escocés, Andy Murray, quien combatió para cortar
la pésima historia de su país en Gran Salms, ninguno desde los años 30s; el
serbio Novak Djokovic, impulsado por él mismo, cual Coloso de Marusi, en la
vieja Creta, bebiendo del cáliz de gloria.
El lenguaje del tenis es nutritivo y bestial, como escribiera
Henry Miller en su bello libro El Coloso
de Marusi, sobre Grecia y sus dioses olvidados, aquellos colosos que a
través de la magia imantan al público, como en Manhattan donde los colosos
Murray y Djokovic se mostraron como gigantes del tenis “nutritivo y bestial” haciendo
tal vez el mejor tenis de la temporada. Un tornado de pasión.
La final más larga de la historia en el abierto de Nueva
York. Cinco horas. La magia de los hipotéticos cierres, el break, el match
point ansiado, el game interminable hasta de más de 30 golpes: el revés a dos
manos de ambos casi perfecto, a no ser por la interposición de una red trágica,
como el golpe que recibe ante el hartazgo de la falla.
El juego del espejo, se rompe. El aullido engalana de pie y
en aplausos a un Djokovic que se rompe las rodillas con el fin de alcanzar la
imposible pelota, y la alcanza. Murray olímpico, tan cerca y tan lejos de
romper, ganando los dos primeros sets. Enorme su top spin, su derecha solvente y
su saque de 215 kmh.
Murray sacando para campeonato, nadie lo cree, la batalla ha
sido dura: una dejadita de escocés. 15-0. Viene el Match point ansiado, as
30-0. La gente grita en la isla del Río Hudson y Escocia hierve, la Corona se
cimbra: Challanger: out. Murray: Campeón. Iván Lendl, su entrenador le igualen
el récord: ganar después de cinco finales pérdidas.
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